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miércoles, 28 de abril de 2010

El picapedrero (o una digresión sobre el trabajo...)

Un peregrino medieval hizo noche en su camino hacia Compostela junto a la catedral de Jaca, que todavía estaba en obras. A la mañana siguiente cuando iba a continuar la ruta, se encontró a mucha gente trabajando con afán e interés en aquella construcción. Había un grupo de picapedreros que en la fría mañana aragonesa tallaban las rocas que serían parte de los muros catedralicios.

El peregrino se acercó a uno de los trabajadores para preguntarle por su faena, y este le contestó:
- Yo vivo como un perro. Expuesto a la lluvia, al viento, al granizo, al sol. Hago un trabajo penoso y por muy poco dinero. Mi vida es nula. No merece siquiera recibir el nombre de vida.

Preguntó nuestro peregrino a otro afanado trabajador que le respondió con una actitud totalmente distinta.
- Es un trabajo duro, es cierto, pero al menos es un trabajo. Me permite alimentar a mi mujer y a mis hijos. Además, trabajo al aire libre, veo pasar el mundo. No me quejo. Hay quienes viven situaciones peores que la mia.

Finalmente, un poco más lejos, se encuentra con un tercer picapedrero que le dice, mirándolo a los ojos:
- Estoy construyendo la catedral de Jaca.

Adaptación de la anécdota de Gilbert Keith Chesterton, célebre escritor británico de principios del s. XX (1874-1936). Se han referido a él como el "príncipe de las paradojas". Versión de "Del ataúd a la cometa" (Carlos Andreu). Agradezco a José Manuel "Pepo" Díaz Diez, su aporte.

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